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martes, 19 de junio de 2012


Mi lista de placeres ha crecido considerablemente en los últimos meses. Hace ya más de dos años que me había decidido a enumerar todas las cosas que me hacen emitir una sonrisa. Al principio no había más de veinte cosas apuntadas en ella pero cuando quise darme cuenta a la libreta dorada sólo le quedaban un par de hojas en blanco.
Todas las noches antes de acostarme paso una media hora delante del cuaderno haciendo balance de los placeres que he experimentado en el día, si el placer ya lo he sentido antes añado un palito al lado de este, si por el contrario el pacer era nuevo lo añadía a la lista.
A cada placer le asigno un grado del 1 al 10 según lo intenso que es. Los placeres con el grado 10 son aquellos que me alegran, que me hacen sentir bien, los pequeños placeres de la vida como comer un helado de chocolate en una tarde de verano, o sentir el frescor de la almohada al darle la vuelta. A partir del grado 7 los placeres van siendo más fuertes, un grado 6 consiguen ponerme el bello de punta de la emoción, la sensación de adrenalina provocada en una montaña rusa o dar vueltas debajo de una tormenta está dentro de esta categoría.
Los placeres por debajo del grado 5 ya son grandes placeres. Los desayunos en la orilla de la playa, las acampadas en el campo, las películas de miedo en las tardes de invierno, las noches de barbacoa, los viajes en barco y todo ello con buena compañía.
Los placeres del grado 3 y 2 son lo que se recuerdan, los que hacen el día especial, lo que te provocan ganas de gritar, saltar y expresar alegría, también son los menos frecuentes y por consiguiente los que menos palitos tienen en mi lista; el momento en el que te das cuenta de que puedes contar con ciertas personas para siempre, volver a ver a la gente que más te importa después de mucho tiempo, aquellos abrazos que se necesitas más que el propio aire, desahogarse, llorar y ser consolado por quien mejor te pueda consolar en ese momento, las locuras más dulces, la familia, el amor, la amistad. Se puede decir que todos estos entran en la jerarquía 3 y 2.
Y por último están los placeres del grado 1, estos son tan intensos que nunca se llega a saber si se han experimentado. Son la propia felicidad, los indescriptibles, aquellos que según yo son tan difíciles de conseguir como llegar a ser una hélice. De momento solo hay dos en mi lista, y uno de ellos está entre paréntesis.

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